A veces cuando empezamos un viaje tenemos tanta ilusión, y creo que eso nos lleva a sacar lo mejor de nosotros en lugares a los que nos estamos acostumbrados. Una sonrisa lo llena todo, y cuando va acompañado de colores tan vibrantes y alegres en nuestra memoria queda grabado por mas tiempo. Así es como me refiero a estas dos de islas que quedan muy cerca de Venecia llamadas Murano y Burano.
Mi primera parada fue en Murano, la cual se caracteriza por ser la isla de los artesanos del vidrio, algo muy tradicional y que realmente vale la pena no perderse es el show de los propios maestros haciendo una demostración de como elaboran piezas desde las mas complejas hasta las mas simples.
Por otro lado esta Burano, donde sus callejones, las estridentes y divertido arcoiris de color en las casas de los pescadores. Donde cuenta la historia que hace muchos años atrás las familias solían pintar sus casas en colores brillantes y fuertes para designar donde acababa su propiedad y donde comenzaba las de sus vecinos, también para hacerlas visibles desde el mar. La tradición continuó y es lo que hace a esta isla un lugar inolvidable lleno de contrastes.
Como es de costumbre una parte de mi corazón se va quedando en cada lugar maravilloso que conozco, confesando que daría todo por volver a esta lugar una segunda vez este verano a pesar que mi mapa marca una dirección diferente.
PS: “Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. – Henry Miller
xo...
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